Érase una vez un chico que era muy emprendedor y tenía la
fama de ser una persona buenísima, pero su padre no tenía mucho dinero, ya que
cada vez el alquiler que tenía que pagar subía y subía por la burbuja inmobiliaria.
Y al pagar los estudios de su hijo y la casa, no podía darle el dinero
suficiente que necesitaba su hijo.
El hijo al ver esta falta de dinero, le dijo “padre ojalá
poder enamorarme de una chica que tenga todo el dinero que necesite” su padre
se empezó a reír, pero recordó que su buen amigo tenía una hija la cual siempre
habían tenido muy buena chispa con su hijo, pero tenía mucho carácter.
Estos dos jóvenes empezaron a salir muy poco a poco hasta que
llego el día de su boda, el pequeño que parecía estar enamoradísimo por dentro
tenía una gran ansia de poder tener todo ese dinero que el padre de la hija
había prometido ceder por su boda, con lo cual para el joven el amor acabó en
un segundo plano. En cambio, la pobre chica estaba enamorada hasta las trancas
y se acabó casando con el joven sin poder prevenir lo que podría pasar.
Estos que eran de procedencia mora, lo normal es que los
enamorados pasasen una noche juntos. Esa misma noche ya se podía ver al joven
como quería todo ese dinero para él. La chica se negó y dijo “que era mejor
guardarlo” esto hizo que el joven se fuese empezando a cabrear hasta que pegó
un puñetazo a la pared y la dijo “¿seguro que lo quieres guardar?”, ella dijo
que sí y él siguió tirando cosas. Hasta que tiró todo y se decidió a levantar
la mano y ella por miedo dijo que no que todo ese dinero iba a ser para sus
propósitos.